miércoles, 5 de noviembre de 2008

Esperanzas, tejemanejes y aireamientos incontingentes

Mientras acabo de airear el tufillo de política que aún dejó en el blog la anterior entrada, no puedo evitar incluir en la de hoy una referencia indispensable para todo aquél que duda de qué madera está hecha la política valenciana. Bueno, la política y el patio judicial. La victoria de Obama abre paso al aire fresco en el Despacho Oval, cuyo ambiente ya estaba harto enrarecido. A ver si aquí vamos aprendiendo a abrir ventanas, que hay mucho que airear.

Dicha alusión apunta a cierto enredo ideado por simpatizantes de cierto partido que gobierna por estos lares para llevar al huerto a un abogado al que le da en la nariz que un tal Fabra no es trigo limpio (¡uff, toma frasecita!). Afortunadamente, nuestro amado president ha dado hace poco un espaldarazo al otro president, el de la Diputación de Castellón, para que no nos quepa duda de su honorabilidad (la de Fabra, no la del Molt Honorable). Más información, aquí.

Consecuentemente, a mí me da que debemos aprender de los estadounidenses (por una vez les doy la razón) y dejar paso al aire fresco desde Benicarló a Almoradí. Es algo incontingente. He aquí el palabro inventado por algún periolisto (un periodista listillo) al que se le ocurrió para no repetir "necesario". Lástima que no exista junto a su prima incontingencia. Gracias a Dios, nadie puede sufrir la incontingencia urinaria, dado a que se trata de una incontinencia. Vamos que no se puede contener. La contingencia sí que existe, porque es cualquier "cosa que puede suceder o no". Y lo contingente es lo "que puede suceder o no".

"Alcalde, sólo tú eres necesario, los demás somos contingentes", decía un habitante del pueblo surrealista de la película Amanece, que no es poco. Alguien se tomó muy a pecho este juego de palabras y pensó que quería decir "prescindibles". Sin embargo, cuando se lee este tipo de palabros en la prensa nacional o se escuchan por radio o televisión dan ganas de emular a José Sazatornil en el final del largometraje citado, cuando grita al irreverente sol pistola en mano --con perdón-- "¡¡Me cago en el Misterio!!".

Y volviendo a la esperanza, a ver si alguien hace caso a este hombre que lleva años intentando comercializar su invento, el cual, dicho sea de paso, le salvó la vida a un señor de bigote que salía en la foto de las Azores. Lo penoso es que la economía mundial necesita también un aireamiento, ya que prefiere sacrificar vidas a invertir en seguridad. Ojalá le oiga Obama.

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