sábado, 31 de enero de 2009

Fúmbol es fúmbol

Un señor inglés con mucho tiempo libre se aburría (no era un parado: era rico) y decidió ponerle reglas a un juego muy antiguo que todos jugaban sin reglas: los hijos de la Gran Bretaña lo llamaron football. El resultado es que, después de muchos siglos, se consiguió que los dos grupos de hombres que se enfrentaban pegándole patadas a una pelota y agrediendo al contrario de mil y una formas (lo cual acababa en disturbios inevitables) por fin lo hicieran con un reglamento y no como bárbaros. Así, hoy día, lejos de esos tiempos en que se hacía de todo con y sin balón, podemos ver cómo dos grupos de hombres se enfrentan pegándole patadas a una pelota y agrediendo al contrario de mil y una formas (lo cual suele acabar en disturbios inevitables); eso sí, con un reglamento y federaciones y presidentes y árbitros y retransmisiones y etc.

Aquí, como somos muy imaginativos, le pusimos el mismo nombre inglés cuando nos devolvieron un deporte que llevaron los romanos a las islas británicas (el harpastum): así, jugar a la pelota podía llamarse con todas las de la ley football (pelotapié). Pero dada la resistencia carpetovetónica a la fonología anglosajona (y a cualquier otro tipo de fonología) ese anglicismo derivó en voces como júrgol, fúmbol o fúrgol (se me fijen en la creatividad hispana de incluir el objetivo de tal deporte --gol-- en su nombre). La Real Academia sentenció que se escribe "fútbol" y sanseacabó. Algunas voces se atrevieron con el nombre de balompié (que queda mejor que "pelotapié"), pero se puso el grito en el cielo porque aparentaba demasiada simplicidad ("¿Balompié? ¡Si parece que hable Tarzán! ¡Yo, Tarzán, quiere Jane, angawa Chita, balompié!"). Por lo tanto, los periodistas deportivos, que saben mucho de filología, decidieron que se le llamaba "fútbol", básicamente porque tienen que pronunciar una sílaba menos (gran ahorro de energía, pardiez).

Este deporte ha enriquecido nuestro léxico con palabras como gol, córner, órsay, faul, linier, penalty, driblar, chut (del inglés goal, corner, offside, fault, linier, penalty, dribbling, shoot). Incluso en América (yo, cuando digo América digo América y no EEUU), en los países de habla hispana al árbitro se le llama "referí" o "réferi" (de referee). Pero la lengua, que es muy lista, y los periodistas, que lo son más, van sustituyendo los anglicismos por palabras con genes castellanos como tanto, saque de esquina, fuera de juego, falta, juez de línea, pena máxima, regatear, disparo... (Podríamos decir que es muy difícil sacar desde la esquina de un campo, que tiene cuatro rincones pero ninguna esquina: cuando nos castigaban, nos mandaban a un rincón, que era muy diferente de la esquina que doblamos por la calle o de la que nos clavamos en el costillar --el "pico" de la mesa--. Pero bueno, bien está.)

Ahora bien, lo que me apena es la ausencia de periodistas deportivos que sepan hablar bien, que pienso yo que no está reñido con el fútbol (para muestra, Matías Prats, el padre del chico que hace anuncios para ING --no, no es el padre de Alonso--). Por no saber, no saben ni gritar porque se nos quedan afónicos al tercer gol. De acuerdo con que el fútbol no tiene mucho de intelectual (aunque algunos quieran hacer ver lo contrario), pero la cantidad de cosas mal dichas y palabrería barata por segundo que se derrocha en gran parte de las retransmisiones de partidos, sin contar tonterías, le saca a uno de sus casillas (menos a Iker). De hecho, la muletilla de un "terrorista" de las ondas que ha dado el salto a la caja tonta va camino de entrar en el diccionario: "jugón". (Digo terrorista porque cuando lo veo u oigo me inspira terror, con perdón.)

El periodista de La Sexta Andrés Montes introdujo esta palabra hasta la extenuación en el Europeo de Baloncesto (menos mal que nadie lo llama basketball, que tiene una sílaba menos) que retransmitió su cadena y donde España ganó la plata. Yo estaba anonadado, puesto que si alguien se inventa una palabra qué menos que decir qué leñes significa. Interpreté que significaba "jugadón" o "peazo canasta" pero también parecía significar "peazo jugador". ¿En qué quedamos? Como los periodistas difunden sus inventos para que la gente los use, aunque no sepan qué significa, parece que va cogiendo importancia su uso como "jugador estrella". Incluso los internautas denominan al "jugón" como "jugador empedernido de videojuegos" o "jugador diestro", que, por cierto, no es lo mismo. Menos mal que ahora ya no se es un videoadicto o un ludópata: se es un "jugón" que es más guay.

De esta forma, las opciones de designar a una jugada como genial, espectacular, magnífica, ingeniosa, sorprendente o a un jugador como rompedor, resolutivo, impresionante, definitivo, o maravilloso se van al garete porque un señor se inventa una palabra que repite machaconamente como si cobrara por ello (¡¡sielos!!, ¿¿lo hará??). Todo un ejemplo de riqueza de vocabulario de quien debiera tenerlo por trabajar en lo que trabaja. Lo peor es que el ejemplo cunde. Dios nos asista... o Carlos Marx... o Groucho.


Otra cosa no, pero monólogos como éstos abundan entre "expertos fumboleros".

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