sábado, 27 de septiembre de 2008

Valencia, ciudad de grandes eventualidades

Parte de culpa de la existencia de este blog la tiene Álex Grijelmo (1956), de quien soy asiduo lector (las lectoras convendrán que compenso ligeramente la foto de anteayer de la Igartiburu; sorry, no encontré foto más grande). Sus trabajos sobre el idioma español son muy ilustrativos para cualquier tipo de público. Y justo ayer leí un comentario suyo sobre el uso del palabro evento del que quiero hacerme eco. A propósito, los que residimos por esta zona mediterránea tenemos ya el caracol del oído desenrollado de tantas veces que nos lo han bombardeado con los grandes eventos que aquí tienen lugar. Socialmente está aceptado, porque sí, que un gran evento es un gran acontecimiento lleno de personalidades importantes como Carmen de Mairena o Ana Botella (me quedo con la primera). Pero basta con rascar un poco la palabra para ver cómo se le da la vuelta a las cosas, a veces sin querer y las más veces queriendo.

Si nos preguntamos por los parientes más cercanos del vocablo nos viene a la mente eventual o eventualidad. Desde luego, sí podríamos decir que un trabajador eventual vive de los grandes eventos y, entre uno y otro, del subsidio de desempleo, si procediere.

Pero en realidad un evento es algo que sucede, que acontece, que pasa. O sea, cualquier suceso. Aunque ya nos hemos encargado de que suceso tenga una connotación negativa, cuando en realidad el sentido de "hecho luctuoso" es una de sus últimas acepciones del diccionario. Y sin embargo, la primera es la de "cosa que sucede, especialmente cuando es de alguna importancia". Vamos, que Valencia es la capital de los grandes sucesos. ¿A que eso no les debe sonar tan bien a nuestros políticos?

Por supoto*, cuesta mucho más decir acontecimiento, que es una palabra muy larga. Afortunadamente ¿...?, en el lenguaje de los políticos y los periodistas las contaminaciones del inglés nos ayudan a la hora de simplificar nuestro idioma, vaciarlo de significado y transplantarle otro. Lástima que hayan olvidado que acto, que también vale para los grandes fastos, tiene menos letras que el inglés event o el francés événement (los parientes próximos de los eventos), conque lo del acortamiento y la simplificación ya no es excusa.

De lo que estoy seguro es que muchos ciudadanos participan en un gran evento cuando consiguen aparcar en su barrio, ya que es algo imprevisto, que puede ocurrir (o no), como su hermana gemela eventualidad nos corrobora.

*Por supoto: Locución adverbial chilena (de cachondeo) que equivale al castellano por supuesto. Claro, que poto también son las porciones carnosas y redondeadas de las nalgas. Pues eso.

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