lunes, 13 de abril de 2009

Arrebú, arrebuscando

Continuando con la línea cuasi arqueológica de mis reminiscencias de creadores de palabros desempolvé una cinta del dúo Gomaespuma. De ésas que perdían su virginidad cuando, radio-cassette en mano, grabábamos muchos a base de pulsaciones sobre el botón de pausa. Verdaderas Frankenstein de la radiodifusión, hoy constituyen un testimonio de nuestros recuerdos y gustos. Ríanse del Ipod. ¡Anda que no era creativo eso de darle al pause para sortear publicidad o cortar cuando creíamos necesario! Ni Luis Cobos, oigan.

Pues resulta que en ella hallé, oye (vaya aliteración de Martes y 13 me salió), un poema de Rafael Alberti (genial inventor de palabros) dedicado a un gran pintor, recitado por Guillermo Fésser, de los Fésser de toda la vida. Decía así:

El diablo hocicudo,
ojipelambrudo,
cornicapricudo,
pernicolimbrudo
y rabudo,
zorrea,
pajarea,
mosquicojonea,
humea,
ventea,
peditrompetea
por un embudo.

Amar y danzar,
beber y saltar,
cantar y reír,
oler y tocar,
comer, fornicar,
dormir y dormir,
llorar y llorar.

Mandroque, mandroque,
diablo palitroque.

¡Pío, pío, pío!
Cabalgo y me río,
me monto en un gallo
y en un puercoespín,
un burro, en caballo,
en camello, en oso,
en rana, en raposo
y en un cornetín.

Verijo, verijo,
diablo garavijo.

¡Amor hortelano,
desnudo, oh verano!
Jardín del Amor.
En un pie el manzano
y en cuatro la flor.
(Y sus amadores,
céfiros y flores
y aves por el ano.)

Virojo, pirojo,
diablo trampantojo.

El diablo liebre,
tiebre,
sítiebre
notiebre,
sipilitiebre,
y su comitiva
chiva,
estiva,
sipilipitriva,
cala,
empala,
desala,
traspala,
apuñala
con su lavativa.

Barrigas, narices,
lagartos, lombrices,
delfines volantes,
orejas rodantes,
ojos boquiabiertos,
escobas perdidas,
barcas aturdidas,
vómitos, heridas,
muertos.

Predica, predica,
diablo pilindrica.

Saltan escaleras,
corren tapaderas,
revientan calderas.
En los orinales
letales, mortales,
los más infernales
pingajos, zancajos,
tristes espantajos
finales.

Guadaña, guadaña,
diablo telaraña.

El beleño,
el sueño,
el impuro,
oscuro,
seguro,
botín,
el llanto,
el espanto
y el diente
crujiente
sin
fin.

Pintor en desvelo:
tu paleta vuela al cielo,
y en un cuerno,
tu pincel baja al infierno.

¿Adivinan el nombre del pintor? Si se les resiste ofrezco al lado una pista resolutiva: eso sí, como en los pasatiempos de los piñódicos la pongo al revés.



2 comentarios:

Unknown dijo...

qué bueno! no lo conocía, me encanta lo de peditrompetear... será por lo familiar que me resulta? je je ;)

Toni Solano dijo...

He llegado a entrar al Museo del Prado solo para estar un rato perdido entre tanto desvarío.