sábado, 18 de octubre de 2008

Citicenship eduqueishion

No soy dado a hacerme eco de cuestiones políticas en este blog, puesto que su tema principal debe ser la lengua. Sin embargo, por causas anejas, que no ajenas, tengo que sacar la lengua sobre cierto asunto que en absoluto debería dejarnos indiferentes. Ni como padres, ni como docentes, ni como ciudadanos.

Por fin asoma esta polémica asignatura (que se imparte desde hace décadas en medio mundo sin ninguna polémica y con los mismos contenidos esenciales) en los coles de la Comunidad Valenciana. Pero aquí, que somos más in, no como el resto de España, que es out, lo hacemos en la lengua de la America's Cup y el Grand Prix del Valencia Street Circuit. Por eso, los niños de 2º de ESO que tienen el mismo nivel de inglés que un servidor de dialectología reto-romance del siglo XVII, deben estudiar Educación para la Ciudadanía en la lengua de los hijos de la Gran Bretaña. Bueno, por eso y porque a ciertas mentes clarividentes se les ha metido en la cabeza que aquí debemos ser trilingües aunque en Les Corts no tengan ni el título del Grau Elemental de Valencià. Ya no digamos del First Certificate.

Lo peor es que aquí se debe cumplir por orden divina del conseller. Y si no, sanción al que la incumpla. Lex dura, sed lex (que para los romanos quería decir: "La ley es dura, pero es la ley, asín que ajo y agua"). Si miramos hacia Madrid, donde la ley es igual de dura, el BOE nada dice del inglés. Pero esta tierra tiene un espíritu creativo (Sorolla y su pintura, Blasco y sus novelas, Serrano y su música, González-Lizondo --que el Altísimo lo acoja en su seno-- y sus mocos pegados en las barandillas del Congreso de los Diputados, etc.). Esta orden levanta ampollas en el 80% de los colegios públicos y cierto prúrito en el resto. Por no hablar de los concertados.

Desgraciadamente, en la política, como en la economía u otros ámbitos, el sentido común es el menos común de los sentidos. Es preferible imponer cuando una cámara tiene mayoría absoluta que consensuar. Está claro que poner de acuerdo a más de dos personas es tarea ardua. No hablemos ya de contar con sindicatos, órganos colegiados varios, asociaciones de padres o de estudiantes...

Y claro, nunca llueve a gusto de todos. Dense cuenta que incluso la Conferencia Episcopal, a través de uno de sus prelados, manifiesta que "Algo que se impone no es bueno", en referencia a la asignatura. Lo mejor es que el obispo interfecto era preguntado sobre qué le parecía que se tuviera que impartir aquí en inglés, uséase: Citizenship Education. Por lo visto, la imposición de Madrid era la mala. La de Valencia, una idea sublime. Su respuesta no tiene desperdicio teniendo en cuenta su pertenencia a una institución que se ha caracterizado históricamente por "no imponer nada", ya que "algo que se impone no es bueno". Ay, es que luego algunos tergiversamos las cosas sacándolas de contexto.

Esperemos que por propia iniciativa (lo que machaconamente llaman políticos y periodistas "de motu propio" --expresión que heriría orejas latinas incluso hoy día en las catacumbas: se dice "motu proprio" con la -r- y sin preposición--; lástima que muchos prefieran dársela de pedantes con el mismo nivel de latín que los alumnos de 2º de la ESO tienen de inglés, o inferior --toma peazo paréntesis--) los mandamases valencianos atiendan a razones y busquen el consenso en casa. Eso mismito de lo que se quejan que no se hace en Madrid.

Para despedirnos, les dejo una viñeta del maestro dibujante El Roto en alusión a estas tácticas políticas. Sirva como homenaje a los Departamentos de Orientación, que echan mucho más que una mano en los colegios e intentan deshacer lo que otros enmarañan.


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