viernes, 20 de marzo de 2009

Retazos postapocalípticos

Acabo de hacer mutis por el foro, pero no por el teatral, sino por el foro madrileño. Regreso de un exilio forzoso provocado por el apocalipsis fallero, en el cual bestias de diez cuernos y siete cabezas surgen de las carpas que colapsan las calles arrojando masclets por sus bocas. Bueno, tal vez exagere un poco, pero cualquiera que viva en Ruzafa y no sea fallero puede ver las cosas de forma no muy distinta.

Tuve oportunidad en los madriles de practicar inglés con algún turista ante su ofrecimiento para ayudarme con el carrito de mi hija (con ella a bordo) y arrejunté unos vocablos tal que "It's more difficult for me to up que downstairs", pretendiendo decirle que ya me apañaba bajando el carrito por las escaleras del metro, que lo chungo era subir por ellas, y que cenquiuberimach por su colaboración pero ya podía yo solito, machote, escaleras abajo. Quede dicho que los minusválidos madrileños deben desconocer el transporte suburbano dada su nula accesibilidad. Piénsenselo si van a los madriles con niños y carritos anejos.

Por lo demás, fui un turista más (exiliado, eso sí, insisto) recorriendo en familia las calles de la urbe capitalina. No pude evitar echarle el ojo a algunos cartelitos, no ya con la visión pejiguera y correctora ortográfica de anteriores entradas, sino con más amplitud de miras, la del mirón curioso. Por ejemplo:

Cualquiera preguntaría si se puede tomar un Frenadol con Bacardí en este establecimiento. Tranquilos, no es una apoteca (o botica), sino más bien una bodega (tres palabras que provienen del griego romanizado apotheca, que vale para cualquier sitio donde te venden cosas para el dolor de cabeza, sólo que en uno te lo arreglan y en otro te lo provocan). Prosigamos con el paseo.

Alguna vez hablamos de que la gente se excusa en las mayúsculas para no poner tildes. Sin embargo, la ausencia de éstas en el cartel nos da a entender que la tienda musical no cesa su venta (continua la venta no es lo mismo que continúa la venta: debe estar también de guardia las veinticuatro horas del día) en la calle del Espejo. Vamos, que no paran de vender instrumentos a troche y moche: un sinvivir para los pobres dependientes. Aunque nada más desconcertante como el siguiente cartel:

A mí me enseñaron a leer de izquierda a derecha y de arriba a abajo. Aún me estaría preguntando qué venden en el Tadel Bermedio Nadia si no fuera porque me acordé de que los chinos y los árabes utilizan otro sistema. Cambié el orden normal de lectura y me di cuenta de que el Delta Mediober Diana tampoco tenía mucho sentido. Debe ser que visitar una taberna al mediodía hace estragos en la lectura (y en la escritura).

A veces me quejo por puro vicio. Tanto criticar a la gente que no pone tildes y ahora tengo que criticar lo contrario. Bien mirado debe ser un desplazamiento de la tilde del pronombre sujeto Él al pronombre tónico de complemento preposicional ti, que no la necesita. Es que estas tildes son un poco díscolas y no se dejan llevar por el buen camino. Son unas tildes descarriadas. Tal vez en la iglesia encuentren el camino recto.

Y para acabar este recorrido cartelístico por Madrid nada mejor que constatar que la señorita Bernarda ha mejorado en el escalafón social. Sin duda que de tanto ahorrar con su antigua profesión ha podido agenciarse un local donde servir copas, así ya no tendrán que hablar de sus partes nobles. En fin, que me han entrado ganas de tomarme una cervecita, no sé por qué será, y les voy a tener que ir dejando. Que ustedes lo pasen bien.

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