sábado, 17 de octubre de 2009

Cosas que ocurren un viernes cualquiera

¡Qué cosas!
Ayer por la tarde tuve una reunión en la universidad donde crié mi licenciatura primogénita. Se trataba de coordinar e informar sobre el examen de selectivo de francés de este año. Por supuesto, nada que ver con la antedicha licenciatura, que consistía básicamente en buscar en contenedores o perseguir profesores; a veces los últimos en los primeros, las más veces sin resultado alguno: esto es, Bellas Artes.
Retomando el idioma, siempre pensé que los que hemos estudiado francés somos una pequeña familia, en comparación con las hordas anglófilas, mercenarias de la pérfida Albión. Pero nunca me imaginé que a los profesores interesados en la coordinación del selectivo nos empotraran cual sardina en lata en una sala de 24 asientos (Saló de Graus del Politécnico). La élite, la crème de la crème. Somos pocos, pero no nos tenemos tanto apego como los nipones en hora punta del metro.
De acuerdo con que probablemente asistan más profesores a la reunión que estudiantes de francés al examen. Pero esto no habla muy bien de las altas esferas que se encargan de "coordinar" y asignan los espacios. Supongo que, en comparación, la reunión de inglés la habrán celebrado en el Mestalla.
Lo mejor: tras finalizar el encuentro (el de francés, no el de Mestalla), de paseo al coche por los jardines cercanos a la universidad, vi un señor mayor, jubilado y jubiloso. Leía con esfuerzo una novelita de vaqueros editada varias décadas atrás. Se le veía muy concentrado, dedicándose a lo que seguramente no había podido hacer de pequeño porque tenía que trabajar. Tal vez en la huerta que ahora es un inmenso aparcamiento enfrente del parque.
En otro lado, alguien buscaba al Poc Honorable President sin resultado alguno, parecía haberse volatilizado antes de llegar a Les Corts, tan vacías como el aparcamiento --eso sí, luciendo sus pendones. Como el pendón de Castilla, aquí tenemos el de En Jaume... y muchos más. Els que facen falta!!