domingo, 26 de abril de 2009

Al rico palabro


No resulta difícil encontrar palabros navegando por Internet, maremágnum de la palabrería. A ellos hemos de sumar las aportaciones del saber popular afianzadas a lo largo del siglo XX (como analís --un analís frente a unos análisis-- o diabetis --exceso azúcar en sangre de ciertos hinchas sevillanos--) o a finales de éste (como monosensuales y livianas --sic--), hecho verídico donde los haya.

Mas, si bien estos últimos son testimonio fehaciente de las conversaciones de pensionistas en consultorios de la Seguridad Social, los palabros interneteros suelen ser el resultado de la ociosidad del internauta. Toda una labor creativa fomentada a veces por el uso de sustancias de dudosa calidad. Ello no impide que nos fijemos en ciertos vocablos que merecen ser puestos en circulación por su viabilidad como palabra eficaz, tanto por sonoridad como por el significado que se puede deducir de su morfología. Toma ya. Véanse algunos ejemplos (tomados en parte de escolar.net):

-Alcoholega. m. Compañero de farra etílica.
-Friknorante. adj. Que carece de conocimientos sobre la literatura de ciencia-ficción, los juegos de rol, la música heavy metal, El Señor de los Anillos, Star Trek, el anime y el sistema operativo Linux.
-Glutemato. m. Aditivo alimenticio cuyo abuso puede provocar graves desórdenes intestinales.
-Hamburguesamiento. m. Proceso político, social y psicológico en virtud del cual ciertos filetes rusos con un pasado juvenil izquierdista y hasta contestatario comienzan a asumir doctrinas menos radicales y de mayor conformismo con las normas que rigen el sector cárnico y, en general, con las creencias más generalizadas de la sociedad.
-Inservívoro. adj. Dicho de quien se alimenta de productos desechables como, por ejemplo, "Aquí hay tomate".

Y asín sucedáneamente. No me digan que la RAE no debería aceptar alguno de estos palabros typical spanish, teniendo en cuenta la cantidad de palabras inglesas que nos ha colado en la última edición de su diccionario. Pero, para diccionario de palabros, el de José Luis Coll (que Dios acoja entre sus senos, ya que --según Kevin Smith-- Dios es Alanis Morissette). El señor de Cuenca que actuaba junto a Luis Sánchez Polack (Tip y Coll en español, mucho mejor que typical en inglés, dónde va a parar...) tuvo a bien legarnos una joya de la cual proponemos a los académicos varios términos que deberían entrar hoy mismo en cualquier diccionario de español:

-ACAGÓSE: Final violento o trágico, después de una abundante o desordenada comida.
-BIERDA: Excremento con catarro.
-DEMOGRACIA: Humor del pueblo. (En raras ocasiones el pueblo está en actitud de disfrutarla. Pero cuando, excepcionalmente, sucede se llama "demogracia a Dios").
-EUROPEDO: Ventosidad expelida en un determinado continente.
-GENOBEBO: Ge no quiero beber. Ge no me da la gana. Ge soy abstemio.
-PRESTIDIGESTADOR: El que embaraza a la hembra por arte de magia.

Y así acabamos hoy. Por cierto, no les quepa ninguna duda de que cuando llueve, alguien le está enseñando a San Pedro cómo llenar un vaso de agua en sistema dual (franco-español).



domingo, 19 de abril de 2009

Palabros vaticanos

¿Quién dijo que el latín era una lengua muerta? Bueno, si le oliéramos el aliento a algunos prelados que alardean de su uso probablemente podríamos certificar la defunción de la madre de las lenguas romances.

Sin en cambio, en el nada anacrónico estado enclavado en la ciudad eterna (no me refiero a Madrid por sus obras, sino a Roma), hay quien se dedica a poner al día el léxico de la curia con los neologismos de los nuevos tiempos. ¡Hombre, un poco de aire fresco! (¿Seguro?) Verbigracia:

  • Motocicleta: birota automataria
  • Spot o anuncio televisivo: intercalatum laudativum nuntium
  • Esnob: novissimorum morum affectatum
  • Mirón: obscena observandi cupido
  • Tenis: manubriati reticuli ludos
  • VIP: amplissimus vir
La lista es larga... pero para muestra basta un botón. Es increíble cómo el inglés y cualquier otra lengua occidental echan mano del latín para crear nuevas palabras y en el Vaticano se complacen en buscar redundancias petulantes en gran parte de los casos. O discriminatorias, en otros. Una mujer no puede ser muy importante para la curia, ya que la Very Important Person se transforma en un "varón destacado" (vir excluye al sexo femenino). Resulta paradójico que no se escogiera amplissima persona, que vale para todo el género humano. ¿Misoginia, tal vez? ¿Y qué me dicen del intercalatum laudativum nuntium, cuando la palabra "anuncio" viene del latín annuntius, que significa lo mismo? ¿O del esfuerzo vano del señor francés que bautizó como motocyclette a un vehículo con motor de ciclo parecido a una bicicleta (como si motus o cyclus no tuvieran nada que ver con el latín)? Vaya modernización léxica... ¡¡están locos estos "romanos"!!

¿Adaptación a los nuevos tiempos o purismo regresivo? Precisamente las palabras nacen cuando no hay ninguna útil para denominar una nueva realidad. No creo que sea muy útil denominar al tenis manubriati reticuli ludos. La lengua es práctica. Otros, sin embargo, prefieren columpiarse en los cielos de la teoría y la moral manipulando la lengua para decirnos al resto qué debemos hacer. Curioso, en estas cosas no son "creacionistas". Qué rara su evolución.




lunes, 13 de abril de 2009

Arrebú, arrebuscando

Continuando con la línea cuasi arqueológica de mis reminiscencias de creadores de palabros desempolvé una cinta del dúo Gomaespuma. De ésas que perdían su virginidad cuando, radio-cassette en mano, grabábamos muchos a base de pulsaciones sobre el botón de pausa. Verdaderas Frankenstein de la radiodifusión, hoy constituyen un testimonio de nuestros recuerdos y gustos. Ríanse del Ipod. ¡Anda que no era creativo eso de darle al pause para sortear publicidad o cortar cuando creíamos necesario! Ni Luis Cobos, oigan.

Pues resulta que en ella hallé, oye (vaya aliteración de Martes y 13 me salió), un poema de Rafael Alberti (genial inventor de palabros) dedicado a un gran pintor, recitado por Guillermo Fésser, de los Fésser de toda la vida. Decía así:

El diablo hocicudo,
ojipelambrudo,
cornicapricudo,
pernicolimbrudo
y rabudo,
zorrea,
pajarea,
mosquicojonea,
humea,
ventea,
peditrompetea
por un embudo.

Amar y danzar,
beber y saltar,
cantar y reír,
oler y tocar,
comer, fornicar,
dormir y dormir,
llorar y llorar.

Mandroque, mandroque,
diablo palitroque.

¡Pío, pío, pío!
Cabalgo y me río,
me monto en un gallo
y en un puercoespín,
un burro, en caballo,
en camello, en oso,
en rana, en raposo
y en un cornetín.

Verijo, verijo,
diablo garavijo.

¡Amor hortelano,
desnudo, oh verano!
Jardín del Amor.
En un pie el manzano
y en cuatro la flor.
(Y sus amadores,
céfiros y flores
y aves por el ano.)

Virojo, pirojo,
diablo trampantojo.

El diablo liebre,
tiebre,
sítiebre
notiebre,
sipilitiebre,
y su comitiva
chiva,
estiva,
sipilipitriva,
cala,
empala,
desala,
traspala,
apuñala
con su lavativa.

Barrigas, narices,
lagartos, lombrices,
delfines volantes,
orejas rodantes,
ojos boquiabiertos,
escobas perdidas,
barcas aturdidas,
vómitos, heridas,
muertos.

Predica, predica,
diablo pilindrica.

Saltan escaleras,
corren tapaderas,
revientan calderas.
En los orinales
letales, mortales,
los más infernales
pingajos, zancajos,
tristes espantajos
finales.

Guadaña, guadaña,
diablo telaraña.

El beleño,
el sueño,
el impuro,
oscuro,
seguro,
botín,
el llanto,
el espanto
y el diente
crujiente
sin
fin.

Pintor en desvelo:
tu paleta vuela al cielo,
y en un cuerno,
tu pincel baja al infierno.

¿Adivinan el nombre del pintor? Si se les resiste ofrezco al lado una pista resolutiva: eso sí, como en los pasatiempos de los piñódicos la pongo al revés.



miércoles, 8 de abril de 2009

Arre, arrebú...

Arrebuscando en el baúl de los recuerdos me he encontrado con un grupo digno de mención en este espacio. Se trata de un trío desaparecido, reconvertido actualmente en dúo, en el que se mantiene Miguel Vigil asociado a Mariano 1'85. Ambos son humoristas y hacen uso de la canción en sus actuaciones desde que empezaron su carrera en el espectáculo, hace ya un poquito. Pero miremos más atrás.

El trío desaparecido se llamaba como el dúo actual: Académica palanca. Los otros dos componentes abandonaron tan curioso grupo por causas diferentes. Javier Batanero, "el guapo", se decidió por el mundo del cine (Leo, Octavia, Te doy mis ojos). Es actor y guionista y lleva sus propios espectáculos teatrales. Antonio Sánchez, "el alto", falleció en contra de su voluntad en 2003, así que presentó sus disculpas por no poder continuar. Empezó su carrera acompañando a Joaquín Sabina y trabajó con Javier Krahe. Junto a Alberto Pérez estas tres perlas grabaron el famoso disco La mandrágora, donde Antonio ponía sus dedos vertiginosos sobre la guitarra a fin de presentarnos la música que compuso para "Pongamos que hablo de Madrid" (ahí le diste, Antonio).

Así se nos quedó solito Miguel Vigil, "el bajito", quien (según su biografía) se crece ante las adversidades y ha llegado hasta los 2'20, pero como padece de vértigo nunca sale a la calle con más de 1'65. Se encontró con un señor de 1'85 que solía actuar en solitario (de lo cual ya andaba uno poco hartito) y surgió el flechazo. Académica palanca sigue pues en pie grabando nuevos discos, pero la época de Miguel con Antonio y Javier marcó una ídem (valga la rebuznancia) con discos como El misterio de las voces vulgares, donde fueron capaces de retorcer la lengua castellana y mostrárnosla pulcramente con sus vicios y virtudes. He aquí un ejemplo del más puro folkore ejpañó con grasia y salero.



Todo este rollo no vendría a cuento si no tuviera la buena costumbre de leer a Toni Solano (repasodelengua.blogspot.com), quien, como buen blogfesor que es (me encanta ese palabro), comparte su experiencia con la comunidad educativa. Enamorado y convencido trabajador de las TIC --Tecnologías de la información y la comunicación--, pone en práctica todos sus conocimientos en sus clases (¡¡los que andamos buscando llaves, enchufando cables y rezando para que funcione el wifi te lo agradecemos, Toni!!). Gracias a él, un servidor descubrió el sitio goear.com, con el que se puede acceder a escuchar música de todo tipo, como demuestra la pista musical incrustada más arriba.

Para despedirnos, un videohomenaje a los académicos palanquenses de antaño: posiblemente, su canción más conocida, uséase, Me llaman mala persona. Que la rían bien.



jueves, 2 de abril de 2009

Ínfimas condiciones, superlativos conflictivos

Me sigue sorprendiendo que en los telediarios se oigan cosas como "ínfimas condiciones" o "los accidentes de tráfico es la causa de...". Hay que rebuscar mucho para que una condición esté en un lugar muy muy bajo (que es lo que indica ínfimo, superlativo de bajo). Yo creo que valoramos las condiciones por su calidad, o sea, si son buenas o malas. Entendería que se quisiera hablar de la más baja condición social (ahí sí que hay una escala jerárquica en altura), pero si en la noticia se referían a un centro de atención de menores, lo que daba pena era su estado. Las condiciones podían ser salubérrimas o, en el extremo opuesto, completamente insalubres, magníficas o pésimas (lo contrario de óptimas). De hecho, seguramente no reunía ni las mínimas condiciones, y por eso su mala reputación ha trascendido y se ha convertido en un centro celebérrimo, pero en sentido peyorativo, es decir, de lo peorcito que hay, y lo peor de lo peor es lo pésimo. Como aquellas pésimas condiciones.

El avispado lector curtido en gramática habrá detectado que todas las palabras puestas en cursiva (menos bajo) son superlativos, o lo que es lo mismo, la cualidad de un adjetivo en su mayor grado (de rápido, muy rápido o rapidísimo, de rojo, muy rojo o rojísimo, de claro, muy claro o clarísimo y asín sucedáneamente, que diría el genial dúo Gomaespuma). Siempre nos sale algún superlativo cabroncete acabado en -érrimo (los ya vistos, más acérrimo --de acre-- o paupérrimo --de pobre--). Su uso es restringido, puesto que prácticamente los usamos para chinchar al prójimo: "Ah, ¿que no sabías que no se dice pobrísimo, sino paupérrimo? Claro, como no fuiste a colegio de pago...". La culpa de este lío lingüístico es, como casi siempre, de Zapatero... digo de los romanos, por aportar al castellano estas palabrísimas o palabérrimas.

Y para el que ya no se acuerde de los libros de EGB, lo que está en lo más alto (lo altísimo) es lo supremo como lo más bajo (bajísimo) es lo ínfimo; lo más grande (sigan poniendo -ísimos) es lo máximo como lo más pequeño es lo mínimo; por último, lo más bueno es lo óptimo y lo más malo es lo pésimo. ¿A que les suena un poco mal eso de más bueno o más malo (pudiendo decir mejor o peor)? Por eso tampoco suelen decir que esta persona es más grande o más pequeña en edad, sino mayor o menor. Pues hay quien duplica ese más y dice que alguien es más mayor (o sea, más más grande). En correspondencia, también existen pisos más altos que otros o superiores y más bajos o inferiores. Estas últimas cursivas se corresponden con los adjetivos en su grado comparativo. El lío viene cuando decimos que esto o lo otro es de calidad inferior, que no es lo mismo que de peor calidad (como no es exactamente lo mismo bajo que malo). Y peor aún cuando pensamos que algo ínfimo es algo muy pequeño (mínimo), lo que ocurre muy a menudo en los medios de comunicación.

Vamos, que se trata de un problema de graduación, ya que de grados va el asunto. No está tan claro si óptica (al consultar el libro de estilo) o universitaria (de quien elabora el texto), pero los redactores de los telediarios deberían ser más precisos al escoger sus palabros. Respecto a lo de que "los accidentes de tráfico es la causa de..." la reportera no le hubiera metido una patada a la sintaxis si hubiera puesto en plural el verbo es. Que sepa yo, si en algo se puede distinguir a un sujeto es porque está sujetado al verbo por su concordancia, verbigracia (toma palabro que te cagas): "Los accidentes de tráfico son la causa..." de lo que quieras, MariPuri, y quedas como si no te hubiera quedado ninguna pendiente de primero de periodismo.

Todas estas y otras gorrinadas que causa la lengua a los periodistos nos las hubiéramos evitado si los antiguos iberos hubieran plantado cara al romano invasor y estos últimos no nos hubieran metido tanto superlativo, tanta vid y tantas cosas que al cabo de los siglos aparecen rotas impidiendo reurbanizar el centro de la ciudad.

¿Quién sabe? Si no hubieran sido tan listos nuestros antepasados, pues ganaron con la romanización, igual ahora los habitantes de la península hablaríamos euskera y querríamos independizarnos de nosotros mismos. O tempora, o mores!